Se nos fue el presidente más rechazado en la historia, y aún así, estamos tristes.

Felicidades a Peña Nieto, como un buen pastel, sólo él puede hacer que los mexicanos lo odien y  lo extrañen a la vez.

Son pocas las cosas que le podemos aplaudir, pero ésa definitivamente es una de ellas. El dichoso Gasolinazo también, ciertamente, el precio de la gasolina antes del 2016 no era sustentable por los subsidios del gobierno, felicidades.

Pero no debemos perdonar todas las atrocidades que cometió, desde la Gran Estafa, a la juntadita con Donald Trump, los estudiantes de Ayotzinapa, y la excelente impunidad hacia sus gobernadores Priistas de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua.

Se nos fue nuestro presidente más rechazado en la historia, y aún así, estamos tristes. Porque con la partida de Peña Nieto, entró Andrés Manuel. Quien con solo una semana desde que tomó el puesto, ya aceptó que no irá contra el gobierno de Peña aunque ya lo había prometido en campaña.

“¡Qué bárbaro, qué mala suerte tenemos con esto de los presidentes!”

Aquello es suerte que nos hemos encomendado nosotros mismos. Estos políticos fueron ciudadanos en una ocasión, por lo tanto son el reflejo de nuestro País. Y sí, nos lo merecemos.

Nos lo merecemos por no educar a los electores, por no fomentar el amor a la patria, por no involucrarnos, lo suficiente. Entonces, no hay de qué quejarse.

Tampoco es que no exista gente capaz de tomar el cargo. Mexicanos brillantes, tenemos muchos. Pero no podemos esperar tener Jefes de Estado de primera si los mexicanos de primera se nos van y no regresan o esperan cómodamente a que alguien más haga la labor.