El 107

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¡No es de Dios!

No hay mejor representación de la burbuja Sampetrina que el zoológico que es  la Welcome Back Party cada septiembre. La típica muchacha cargando un bebé con un brazo y agarrando al hermanito con el otro. La mamá camina unos pasos atrás, checando los Whatsapps de su club de jardinería, dejando sin duda que sin importar la edad, siempre se puede usar la ropa de la hija. Tampoco falta el papá con ese distintivo pitido fresa, inflado de gran ego al hablar con un ex-gene, como pavorreales.

Si uno realmente quiere apreciar este circo y todas sus anomalías, no basta lo superficial, hay que saber lo que piensan los partícipes. Sin lugar a dudas, donde es más adecuado para hacer tales observaciones es en la “exhibición” de gente con fobias irracionales, como la siguiente:

“¿Oye, qué onda con los casamientos?”

“¡Ya sé, es que no es de Dios!”

“¿Y si mis hijos me salen con esas cosas?”

“Ay no comadre, ¡ponte a rezar y toca madera, no jueges!”

La causa de dicha conmoción fue que la Wedding Chapel permitió "matrimonios" de niño con niño y niña con niña. Tal vez  era de chiste entre amigos, o no entendían qué significaba casarse, o capaz y sí se quieren, quién sabe. Hasta hubo un estudiante de segundo grado que felizmente le dio el sí a su nuevo iPhone.

Entre toda esa diversión y sacadas de onda de papás de otra generación menos open mind, una señora confrontó  a los estudiantes del club, evitando a la maestra que estaba al lado de ellos. No podía creer que se estaban casando parejas que no eran estrictamente niño y niña, ya sabrás qué cruz se carga los domingos. Sin embargo, muchos papás hubieran coincidido con ella,  al igual que gran parte de San Pedro.

Se me hace bastante contradictorio que en nuestra sociedad sea normal que los papás se preocupen tanto por los actos de los hijos de los demás... Todo mientras ellos ignoran, por ejemplo, el ambiente tóxico de los grupitos en Elementary que se crean bajo sus narices, por sus propios hijos. Aún más importante, ellos tienen que reconocer que los hijos imitan a sus padres. Por ejemplo, si la imagen que da tu hijo no te parece “católica”, es probable que tú tampoco te manejes una.

Vivir en una sociedad moralista no ayuda mucho si solo pertenecemos a ella cuando nos conviene. Ya fue suficiente con la doble moral que cargamos. En esta jungla sampetrina, a estos “simios” que nos criaron les sobran críticas. Pero a fin de cuentas, solo son eso,  “simios”, no más perfectos que los demás.