Racismo Escondido
Solo con asumir cosas de una persona en base a su color de piel, ya pudiéramos estar influyendo en su futuro.
Imagínate que al llegar a tu casa una señora alta, blanca y rubia está parada en la puerta, ¿qué haces? Probablemente la saludas de beso, le dices “Hola tía”, aunque no sepas quién es. Ahora imagínate que esa señora mide un metro cuarenta, es de piel morena y tiene los ojos color café casi negro. Tal vez la ignoras, o le preguntas incómodamente a quién espera.
Juzgamos a las personas a simple vista, determinamos su nivel socioeconómico y entonces nos comportamos de x manera. Muchas veces es inconsciente. Nuestro juicio es producto del ambiente en el que crecimos. Un lugar donde las personas de raza indígena son quienes limpian nuestras casas y pasan a recoger la basura, pero este estereotipo va en rumbo al cambio. Yalitza Aparicio, quien en una semana estará compitiendo por el Oscar de Mejor Actriz, es un ejemplo del inicio de esta transformación. Su identidad mixteca da esperanza a que por fin, el mexicano que sí se “ve” mexicano escape de una cultura determinista en la que las razas definen un salario.
Si asumimos cosas de una persona en base a su color de piel, pudiéramos estar influyendo en su futuro. Es un hábito que aprendimos naturalmente en acorde a nuestro entorno, uno que puede llegar a atar a las personas con candado al nivel económico en el que nacieron. Quién sabe cuánto talento existe escondido bajo la piel de los zapotecas, los mixtecas, los mayas, los tarahumara, y más. Talento que este hábito racista no permite exponer. ¿Quién sabe? Tal vez esa mujer de un metro cuarenta era una Yalitza Aparicio.